Aconcagua

Llegamos a Mendoza, Argentina. La manera más directa es volar a Santiago de Chile o Buenos Aires, y desde ahí tomar un vuelo a Mendoza.

Tramitamos nuestros permisos de entrada al parque, y nos desplazamos a la pequeña localidad de Penitentes. Nos reunimos con nuestro proveedor de servicios, y le entregamos nuestro equipaje, que será cargado en mulas. Cenamos, y pasamos nuestra última noche una cómoda cama.

El transporte nos deja en Punta de Vacas (2,400 metros), donde comenzamos nuestra caminata de aproximación de tres días hasta Plaza Argentina (4,200 metros), nuestro campamento base, a unos 45 kilómetros de Punta de Vacas.

Lo bueno de este paseo, además de los impresionantes paisajes, es que las mulas llevan nuestro equipo, así que solo cargamos una ligera mochila con lo necesario para el día, y podemos hacer fotos despreocupadamente.

Al final del segundo día, nuestro objetivo se presenta ante nuestros ojos en la lejanía: la cara este del Aconcagua. El tercer día completamos la aproximación a Plaza Argentina.

Día de reposo. Pasamos un reconocimiento médico obligatorio en la pequeña cabina del médico del campo base. Dividimos la carga para los próximos días, y pasamos el día descansando, o caminando por las inmediaciones. En ambos casos estamos mejorando gradualmente nuestra aclimatación.

Hacemos nuestro primer porteo al Campo I, a unos 5,200 metros, y volvemos al Campo Base. Repetiremos este proceso en los demás campamentos. Esto hará más llevadero el ascenso, y nos ayudará a aclimatarnos. Ese día volvemos a la cabaña del doctor, y obtenemos el alta, lo que nos autoriza a partir al día siguiente.

Desayuno sólido, y ascenso al Campo I.

Segundo porteo al Campo II (5,800 metros), esencialmente lo que no necesitaremos esa noche, cartuchos de gas, comida, crampones, etc. Este campamento está en el llamado collado Ameghino, y ofrece una vista espectacular del Glaciar de los Polacos.

Descanso en el Campo Uno. Los más animados pueden hacer un paseo por la arista del Ameghino, pero también te puedes quedar en tu tienda tomando té, comiendo y al ajedrez.

Ascendemos al Campo Dos. Montamos las tiendas, preparamos la cena, y descansamos. Es nuestra primera noche a 5,800 metros; ¡¡ya estamos más altos que en el Campo Base del Everest!!

Tercer porteo al Campo Tres (6,300 metros), y vuelta al Campo Dos.

Nos desplazamos al Campo Tres. Cuanto más subimos, más cuesta respirar, ¡pero llegamos!

Día de reposo y aclimatación en el Campo Tres. Comprobamos que el pronóstico del tiempo es bueno, porque, ¡mañana atacamos cumbre!

¡¡Día de cumbre!! Partimos a las ocho, y ascendemos al Refugio Independencia, que está a unos 6,500 metros. Atravesamos la Cara Oeste, y subimos la famosa Canaleta, de tan solo trescientos metros, ¡pero que parece no acabarse nunca! Ya estamos en la Arista del Guanaco, la atravesamos, con una pendiente menor que la anterior, y ¡estamos en el punto más alto de América! Desde la cumbre veremos cientos de montañas, entre ellas muchos seis miles, como el Mercedario, en Chile.

Descendemos a Plaza de Mulas, el Campo Base de la cara oeste de la montaña. El día se nos hará largo, ya que bajaremos unos 2,000 metros, cargando todo el peso sobre nuestras espaldas. En el Campo Base disfrutamos de una merecida cena, y vemos ponerse el sol sobre la cima del Aconcagua. ¡Hasta te puedes duchar por solo 30 dólares!

Caminamos desde Plaza de Mulas al Centro de Visitantes de Horcones, de nuevo con mochila ligera, ya que las mulas cargan nuestro equipo. Seguimos el río Horcones, disfrutando de una nueva perspectiva de la Cara Sur del Aconcagua.

Nos detenemos en el Campo Confluencia para almorzar, y damos el empujón final hasta Horcones. Desde allí nos desplazamos en coche a Mendoza, donde, tras una refrescante ducha, disfrutaremos de nuestra cena de celebración.

Estos son días de reserva, por si acaso el tiempo atmosférico o nuestra aclimatación así lo requieren. Si no los hemos usado, los pasaremos en la encantadora ciudad de Mendoza, recuperando fuerzas con deliciosos asados, vino de Malbec y dulce de leche, o los maravillosos helados artesanales mendocinos.

Vuelo de regreso. ¡Enhorabuena!